Una rapsodia triste

Un corazón arruinado
bajo los límites de una piel deseante,
un fantasma entrelazado
al humo de un cigarrillo muerto,
un aroma a jazmines deshidratado
en el paso sucio del tiempo
y un tiempo de ternura
que se apagó en las sonrisas y en los besos
como se apagan las luces por las noches
en los apartamentos.

Un vuelo de colibríes
perdido de flor en flor
como se pierden las horas
debajo de la almohada,
como se pierde la almohada
debajo de la cama,
como se pierde la cama
de cuerpo en cuerpo
y un cuerpo débil que llora incansablemente
la desilusión de la vida.

Ese es mi hoy
afín a los confines
de una inmortalidad en las letras de un poema
que no sabe decir nada
porque nada tiene,
porque nada queda,
porque nada en el mar de la incoherencia
y la incoherencia desabrida en sensaciones
es la única tibieza que acaricia hoy mi alma.

Una rapsodia triste
en una noche de otoño
en la que un árbol añejo
desgrana sus hojas
y en cada hoja
desgrana su vida.

21/04/10

1 comentario:

Beatriz Ojeda dijo...

Hola querido Eduardo.
Me encanta tu poesía, eres uno de los mejores poetas que he leído.
Todos tus poemas tienen tanta sustancia, he elegido este para dejarte mi mensaje,
Visitame.
http://beatrizojedapoemas.blogspot.com
Besitos
VOLVERÉ
bEATRIZ

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El Río de la Plata y yo

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