Cada uno a su estilo

Casi enloquecida, llorando, perdida entre su mar de mente y corazón roto Julieta caminaba absorta por la calle, totalmente abstraída en el pensamiento de lo doloroso que fue saber que Leonardo, después de más de 5 años de compartir con ella tantas cosas, le había anunciado que ya no la amaba más.
Sus pasos se lentificaban a medida que caminaba. Sus lágrimás rodaban por las mejillas, deslizándose entre sus ropas, para perderse en las baldosas de las calles.
Fue cuando decidió morir. Su primer pensamiento fue arrojarse debajo de algún auto. Pero, a estas horas, a no ser que fuera por alguna avenida, los pocos autos que vinieran frenarían a escasos metros de ella sin producirle absolutamente ningún daño.
Pero, cuando, y sin darse cuenta, fue a cruzar una de las calles, un auto que venía a toda velocidad la alumbró con sus faroles en medio de la calle. Ella se quedó atónita mirando las veloces luces acercarse más y más. El auto, logró frenar antes que llegara a toparse con Julieta.
El conductor, desesperado, bajó a socorrer a la mujer que había quedado totalmente atónita.
La tomó del brazo, le acarició la cabeza, le preguntaba si estaba bien, pero de Julieta, no salían respuestas.
Tomandola de los hombros la llevó hasta su coche y la sentó del lado del acompañante.
- Dónde la puedo llevar?
Ella, no contestaba. Sólo derramaba sus lágrimas, sin movimientos ni gestos.
El conductor viendo el estado de shock en que se encontraba la mujer, tomó la decisión de llevarla a algún hospital.
Tomó rumbo hacia ahí. En el camino quiso sonsacar palabras a la mujer, pero Julieta no tenía más palabras, parecía que lo único que tenía y no se le acababan eran lágrimas, que no dejaban de brotar.
- No sé que te ha pasado - Dijo rompiendo el silencio el conductor - Pero te voy a llevar a un hospital, te dejo ahí y yo voy a seguir mi camino, porque lo que estaba por hacer era lo más importante de mi vida.
Ella escuchó esas palabras y reaccionó. Movió su cabeza y lo miró y simplemente con un gesto, lo invitó a que siguiera hablando.
- Te veo triste. Sí, y además estás como shockeada. Pero si vos supieras la tristeza que llevo dentro de mi corazón por todas las cosas que me vienen pasando ultimamente, y mi mundo se cae cada vez más y más, y me destruyo, y no encuentro salida...mi única salida la tenía hoy, y la interrumpiste.
Ella escuchó atenta e intrigada.
- ¿La interrumpí? - preguntó Julieta
- No te voy a contar más. Te dejo en el sanatorio y sigo mi camino.
- ¿Y a dónde te dirigías?
- Tomaré alguna ruta, supongo, no está bien claro y definido y además da igual.
- ¿Pero cual es el fin? - preguntó ella intrigada
- Justamente, buscar a la vera de algún camino el choque fatal que me haga escapar de este mundo.
- Entiendo.
Se quedaron en silencio. El coche se aproximaba ya al edificio del Sanatorio donde el conductor dejaría a Julieta.
Ella, antes de llegar al sitio, le tomó la mano y le dijo:
- Vamos
Enseguida el conductor entendió lo que debía hacer.
Dos almas encontradas para partir juntas y quizás en otro sitio encontrar la felicidad que aquí no había.
30/06/11

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El Río de la Plata y yo

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