Hoy se arrodilló Dios ante mis plantas
vino a pedirme perdón por su pecado,
vino a decir que estaba arrepentido
que equivocó sus pasos con el mundo.
Y pregunté por qué, qué lo llevaba
a hacerme confesiones tan profundas
y me dijo en palabras bien sinceras:
es el hambre, amigo, la pobreza,
las guerras, la desidia y la miseria,
es la pura inmundicia de esta tierra
que se aloja sutil en el humano.
No me pidas perdón mi Dios querido
tú no tienes la culpa de esta historia.
Y triste me miró con ojos yertos
y comprendí que de ambos es la culpa.
Pido perdón por no haberte preguntado
si querías estar en esta vida
y te pido perdón porque he creado
al mismo que me halaga y me mata
al mismo que me crea y me idolatra
al mismo que en su fuero más interno
lleva el alma de Dios y del infierno.
Hoy vino Dios a hincarse ante mis plantas
y comprendí que El no es más que Yo
en este averno
que el cielo y el infierno está en nosotros
y que la luz de Dios es pura cobardía.
23/11/10
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El Río de la Plata y yo

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