Te ví

Estabas tan cerca de mí
que te ví
entremezclado a las plumas grises de aquel pájaro
gris ceniza,
gris tristeza,
gris lejanía,
y sin tortura, mirabas fijo al infinito
silbando una tonada frágil
y desmemoriada de música,
y esos ojos ,transidos de vida,
se esfumaban al borde del cielo expandido,
y mi alma vibró de sueños inmediatos
y volé con tu imagen
a la sinrazón y a la esperanza.

Y estabas luego ahí,
quieto y tranquilo,
tranquilo y quieto,
en el verde de las hojas
del verde pasto,
verde esperanza y verde vida,
tan quieto y tranquilo
que mis ojos
derretidos en miradas incalculables,
de bellas prisiones
de esta virtual vida que llevo,
de esta ilusoria realidad
que padezco
por tener un cuerpo incrédulo
de amaneceres santos.

Y más tarde,
en el ocaso,
en esos rojos rayos de sol,
rojo pasión ensangrentada,
rojo púrpura de rosa encarnada,
en esos rayos rojos
que se apaciguan al final del horizonte,
estabas
acompañándome,
deslumbrándome,
admirándome la idolatría
de tu infinita grandeza,
de tus colores
de tu fuerza.

Y al mirar el cielo por la noche
en ese azul profundo,
de soledad susurrada,
de infinitas estrellas
y de fresca luna expectante,
también estabas
fulgurando tu esencia
en los sutiles encantos disparatados
de los astros
que deforman mi imagen de humano
en miserable.

Y estabas tú presente
en todo
Dios,
como cada día estás
en la mirada de mi hermano.
28/07/09

3 comentarios:

lichazul dijo...

omnipresencia plasmada en tus versos llenos de amoruniverso.

besitos edu
que tengas un precioso domingo

Anónimo dijo...

Eduardo: tu poema toma el tema de la presencia de Dios en la naturaleza y en los otros, lo desarrolla con fuerza y sutileza, lo expande, lo trae de lo lejano a lo cercano, lo hace nuestro. Muy interesante y sentido.Saludos Irene Marks

Reina dijo...

Dios está en todas las cosas siempre, aunque a veces no lo veamos..

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El Río de la Plata y yo

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