De aquellas cosas insanas que nos rodean...

No te dejes envolver por las olas
de destinos apresurados...
...ve despacio,
siente el calor del sol sobre tu piel serena
o el latido del alma sobre tu sangre roja...
...siente la brisa de la tarde como cae por tu arena
con las flores blancas de magnolias perfumadas...
...siente el hastío de la tierra reseca
que grita al agua...
...o el agua de la lluvia que moja tus pupilas
y borra la mirada...

No te dejes caer en abismos sin fronteras
que no te pertenecen...
...déjate llevar por el canto de un zorzal
enrarecido
o por el vuelo de una mariposa deslumbrante...
...déjate llevar al viento,
por los aires diurnos de una ciudad sin espera
o de un resplandor de sueños que dilatan
tu existencia...

No te dejes envolver por las alas oscuras
de ángeles traicioneros...
...siente el latido fresco de tu alma
sobre el cuerpo,
o la palabra sincera
de los que aman tu persona
de los que quieren que crezcas...

No te dejes cansar por los aires negros
de las gentes
que ilusamente quieren absorberte
en incomodidades de tiempos y de angustias...
...pregona tu sonrisa,
despliega tu mirada,
levanta las espaldas,
arrulla tu ignorancia
y vete al cielo abierto
donde tus sueños esperan
volar en las alturas
allá
más lejos
donde el alma
se dispersa
en la infinitud del tiempo.
02/12/08

1 comentario:

Conral dijo...

Hola, Eduardo. Llevaba días sin visitarte y hoy tuve un ratito para hacerlo. Este poema es muy grande, tanto como tú. Me alegro que tus sueños se estén cumpliendo.
Te mando un fuerte abrazo.
Que tengas un feliz domingo.
Conchi

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El Río de la Plata y yo

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