Fita la verde

Aferrada a su muñeca de peluche verde, con su mirada tratando de reconocer el mundo, la niña le preguntó a su padre:

- Papi, ¿por qué aunque te pida siempre una muñeca nueva, y piense que la voy a querer mucho, me termino quedando y eligiendo a Fita la verde?

El padre la miró extrañado ante la pregunta y contestó:

- Supongo que porque a Fita la verde la querés mucho.

- Pero si a veces quiero tanto tener a otras, y sé que las quiero, por eso te las pido, pero Fita les gana a todas.

- Por eso, porque ella, de todas tus queridas, es la preferida.

La niña se quedó pensando unos instantes. Aferró su muñeca verde con todas sus fuerzas hacia su rostro, la olió, la besó y:

- Sí, aunque quiera mucho a las otras, Fita es mi preferida.

El padre quiso darle más importancia a lo que su hija decía y preguntó:

- ¿Por qué pensás que la querés más a Fita?

- No sé. Siempre es la más calentita, la más suave, la más blandita. Las otras son lindas y las quiero, pero Fita…

- …pero Fita siempre es tu compañera.

- Sí, a todos lados la llevo conmigo y le cuento mis secretos.

- ¿Tenés muchos secretos que le contás a Fita y a mí no me contás?

La niña sonrió entre pícara e intrigante.

- Algunos.

- Me gustaría conocer esos secretos – dijo el padre.

- ¡Paaaaapi! Son secretos – expresó la niña con la forma de decirle que los secretos no se cuentan.

El padre pensó que no debía seguir indagando sobre lo que la niña no quisiera decir. Le acarició la cabecita llena de sueños y con ternura le dijo:

- Vamos a prepararnos para bajar del colectivo que ya estamos llegando.

La niña tomó la mano extendida de su padre para seguirlo. Mientras, volvió a besar a su muñeca preferida.

En la primer parada bajaron.

Caminaron en silencio algunas cuadras.

La mañana brillante de sol los acompañaba.

Entraron al cementerio y con paso decidido caminaron hacia una tumba.

La foto de la esposa y de la madre y el recuerdo, hizo recorrer una lágrima en ambos rostros.

El padre acarició dulcemente a su hija.

La hija apretó fuertemente a Fita y la volvió a oler y a besar.

- Papi ¿te puedo contar un secreto?

- Claro

- Ya sé por qué quiero más a Fita

- ¿Por qué?

- Porque tiene el olor de mamá.



22-06-11

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El Río de la Plata y yo

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