Encuentro

Estaba solo en casa.
Una llamada a mi celular.
Miro la pantalla, número desconocido.
No suelo atender llamados de números desconocidos, al menos en el primer intento. Pero soy tan curioso como los gatos y no puedo soportar no saber de qué se trata.
Dejo que siga sonando hasta que se canse. De seguro volverá a llamar. En su segundo intento atenderé.
Mi mañana no había comenzado bien. El calor del verano, la apatía de no querer levantarme, el no tener nada más que hacer que ir a trabajar por la tarde no me daba ganas de hacer nada en especial. Ni sentarme, ni pararme, ni salir, ni caminar, ni prepararme algo para tomar o comer, ni prender la radio y ni siquiera hablar con nadie.
Pero me entró curiosidad por tal llamado. Miré para ver el número de donde provenía la llamada y no estaba. Ni siquiera en la bandeja de registro de llamadas perdidas.
Esperé el segundo intento del desconocido.
Para mi asombro recibí un mensaje en vez de una llamada: TE VOY A VOLVER A LLAMAR. ATENDEME
Extraño mensaje del cual no quedaba registro de número.
Segundos después comenzó a sonar mi celular.
- ¿Quien habla? – dije con mi tono habitual de mal humor
- Nos conocemos mucho más de lo que creés – me dijo con una voz masculina que me sonó conocida pero al mismo tiempo no tanto. Voz con sorna.
- Bueno, decime quién sos.
- Te gustaría saberlo, pero no importa ahora. Lo único que te voy a decir es que te conozco mucho, sé lo que hacés, y hasta sé lo que pensás.
- Ja, ¿cómo puede ser eso? . Igual no me importa si no me decís quién sos.
- Sé que te importa, pero hoy no tenés ganas de hacer nada, ya lo sé, ni siquiera de pensar, así que no te voy a molestar. Sólo quiero decirte que estoy vigilándote.
- ¿Vigilándome? ¿Cuál es el sentido de que me vigiles?
- Tené paciencia. Ya vas a tener novedades mías.
Diciendo esas últimas palabras me cortó.
Busqué en el registro de llamadas para ver el número, pero no había quedado registrado.
Extraño todo, sí, demasiado extraño. Llamadas y mensajes de los cuales no quedan registro. Llamado para decirme que me conoce y me está vigilando. Claro, me puse a pensar cual podría ser el sentido de tal llamada y me imaginé aquellas trampas que hacen los que están en la cárcel, de llamar a cualquier celular diciendo que conocen a la persona, le sacan datos y luego envían a alguien que esté afuera para o bien robarle o bien sacarle dinero.
Igual, pensé , no tengo nada que ocultar, así que no me voy a hacer demasiado problema.
Después de expresarme estas palabras a mí mismo, me quedé pensando en si realmente era totalmente cierto que no tengo nada que ocultar. Y me llegaron tantos pensamientos que comencé a asustarme de que alguien pudiera conocerlos. Y este que llamó dijo que conoce hasta lo que pienso. Un cierto escalofrío comenzó a correr por mi sangre. Y se acabó la apatía de golpe y comencé a sentir un cosquilleo por el cuerpo. Llamé a la empresa de mi celular para preguntar por qué no quedaban registros de llamadas y mensajes recibidos, y ver cómo podía averiguar el número del último llamado recibido. Pero estas cosas me agobian: una máquina que contesta, para consultas marque 1, para comunicarse con un representante marque 2, para consultar su saldo marque 3…..y así seguía la maquinita hablando. Marco el 2 para comunicarme con un representante y la máquina responde:
¨En este momento todos los representantes se encuentran ocupados, el tiempo de demora es de 15 minutos.¨ Puffff, cansador, me aburren todas estas llamadas. Así que como me dí cuenta de que no conseguiría nada, directamente corté.
A penas corté me entró un mensaje de texto del número desconocido o mejor dicho, del sin número:
NO PIERDAS EL TIEMPO LLAMANDO A LA COMPAÑÍA, NO TE VAN A ACLARAR NADA
Me quedé casi como perplejo ante tal mensaje. El sabía lo que estaba haciendo yo.
Quise responderle con una pregunta tonta, como siempre: QUIEN SOS?
Pero al enviarlo me puso fallo de envío en el mensaje.
Y contestó con otro, diciendo: NO TE APRESURES EN SABER QUIEN SOY
¡Puta que sí sabe lo que estoy pensando !
Me aceleró el cerebro, la sangre y la postura. Comencé a sentirme nervioso, ansioso, con miedo. Quizás tuviera razón cuando me dijo que me estaba vigilando.
No cabía en mi pensamiento quién ni qué ni por qué estaba sucediendo esto, pero era real, me estaba pasando. Y había alterado mi día.
Traté de relajarme, de pensar, de ver de qué forma continuar si esto continuaba. Pero no me salía ninguna forma de acción ni de pensamiento.
Dejé que transcurriera el día, viendo morir las horas lentamente hasta llegar el momento de partir a mi trabajo. Pensé en eso, en que la vida a veces es un dejar matar las horas para llegar a algo. Pero en el transcurso de matarlas está la vida, los sentimientos, las acciones, la felicidad misma. Y mientras mato y mato tiempo se va la vida y el tiempo te termina matando, porque pintas canas, porque se arruga la piel, porque ….tantas cosas! Matar el tiempo para que el tiempo te mate con la muerte. Qué vida ridícula!!!
En una mañana apática un llamado telefónico me llenó de miedos, dudas e infelicidad.

Era la hora de prepararme para partir al trabajo.
Lo de siempre, afeitada, ducha, elegir la vestimenta, perfumarme y salir.
Una vez salido de la ducha me fui a vestir y comencé a dudar si ponerme la remera verde o la azul. Y el toc toc de mi celular sonó, el que avisa de los mensajes entrantes.
Corrí a mirar el celu y el mensaje del sin número decía: LA AZUL TE SIENTA BIEN.
Hijo de puta ! puteé en voz alta. ¿Cómo puede saber éste lo que estoy haciendo?
Me quedé sentado con mucha bronca en mi interior sabiendo de que alguien me estaba mirando desde alguna rendija que yo no podía descubrir cual era.
Tenía que terminar de vestirme y partir antes de que se hiciera más tarde para llegar a mi trabajo. Para llevarle la contra al mensaje me puse la remera verde.
Y salí a la calle hacia la parada del colectivo habitual, mirando para todos lados a ver si alguien me estaba vigilando o mirando. Las calles estaban desiertas, y el toc toc de mi celu volvió a sonar: AL FINAL TE PUSISTE LA VERDE, IGUAL YO SABIA QUE TE LA PONDRIAS.
No puede ser, me dije. No entiendo nada.
Mientras me dirigía hacia la parada del colectivo comencé a tener miedo de que en verdad supiera mis más íntimos secretos y mis pensamientos. Sí, tenía cosas que ocultar, como todo el mundo, cosas que uno no quiere que nadie las sepa ni compartirlas con ninguno. Es tremendo saber que alguien desconocido pueda saber y utilizar esas cosas para algún interés que seguramente no sería nada constructivo.
Me empecé a sentir muy nervioso, con mucho miedo. Esos miedos internos que te carcomen la mente y empañan el día a día y la vida misma. Y llegó mi colectivo. Mientras sacaba el boleto miré de reojo todos los asientos disponibles. El que yo usaba habitualmente estaba ocupado, y el único vacío era justamente el que estaba al lado del que siempre uso. Mientras caminaba por el pasillo mirando el asiento vacío, ví que la persona sentada junto a la ventanilla (en mi asiento habitual) tenía un porte conocido y parecía que estaba leyendo, con la cabeza hacia abajo. A cada paso, acercándome, ví que estaba escribiendo y para mi asombro, me parecía verme a mí mismo sentado en ese asiento.
Me senté a su lado y lo miré y era una copia exacta de mí. Era yo sentado ahí, con mis lentes puestos escribiendo en un cuaderno, el mismo cuaderno que utilizo yo para escribir.
Ni siquiera levantó la vista para mirarme cuando me senté. Siguió escribiendo. Le pegué un codazo para que levantara la vista y me mirara y poder entender mutuamente lo que estaba pasando.
No hizo nada a pesar del golpe con el codo que le dí. Yo quería que levantara la mirada.
Pero como no lo hizo, saqué mis lentes, le arranqué de sus manos su cuaderno (mi cuaderno), y leí lo escrito. Decía:
Me acaba de arrebatar mi cuaderno y ahora de seguro me mirará a los ojos.
Roté mi cabeza para mirarlo, y así encontramos nuestras miradas.

10-01-2011

1 comentario:

SACARIAS dijo...

Desde Viña del MAR Chile... HE SEGUIDO TU EXPRESIVO RELATO...QUE INTRIGA Y AGARRA HASTA SU FINAL...TEFELICITO...ESCRIBES MUY BIEN...YO TAMBIÉN SOY POETA
HENRY FOUCHER GALTE
POETA
SACARIAS

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El Río de la Plata y yo

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