Los jueves, disfrute...

Y el jueves llegó, como llegan todos los jueves. Mi marido temprano a casa para arreglarse porque hoy tiene partida de truco con sus amigos.
Eso es intocable. Yo preparándome para ver más tarde, con la cena, mi novela preferida.
Pero este jueves quise hacerlo distinto, cambiar la rutina y tratar de poder evitar lo que todos los jueves sucede.
Pablo llegó más temprano que de costumbre. Lo noté relajado y entonces pensé, tenemos un tiempito para hacer el amor. Lo traté afectuosamente y dulcemente. Le preparé su ropa y lo dejé que se desnudara para ir a ducharse.
En cuanto escuché que estaba en la ducha, me desvestí. Entré al baño y corrí a penas la cortina.
- Qué querés?- dijo con tono malhumorado.
Yo no le contesté y lo miré desnudo.
- Qué mirás?
- A vos
Pasé mi mano por su cintura, y delicadamente fui descendiendo hasta su miembro fláxido y lo tomé entre mis manos.
- Dejá de joder. No tengo ganas ahora – me dijo con ese tono medio duro. – Estoy apurado, no ves que tengo que ir con mis amigos.
- Pero si es temprano – le dije.
- No seas calentona, vestite y andá. No puedo ahora.
Indudablemente no podía hacer nada.
Resignada me vestí y comencé a hacer las cosas habituales de los jueves.
Pablo se terminó de bañar, se vistió y como todos los jueves me dijo:
- No me esperes, me voy a jugar al truco con mis amigos.
Como si no lo supiera yo.
Ordené el baño que había dejado mojado. Puse ropa a lavar. Me fui a la cocina a preparar mi cena y a las diez en punto de la noche, cuando comienza mi novela, me senté a comer frente al televisor.
Disfruté de los amores de las novelas mientras pensaba en que quería haber cambiado un jueves la manera, y no lo pude hacer.
Al terminar la novela, lavé los platos, seguí con la televisión prendida mientras mirándola sin mirar, me tomaba un licor.
Luego me fui a la cama.
Yo estaba despierta cuando volvió. Eran las tres y media de la mañana.
Como siempre. Hizo despacio para desvestirse, pero el olor, mezcla de alcohol, cigarro y sudor invadió la habitación a penas entró.
Yo estaba en la cama de costado. Como todos los jueves. El se acostó abrazándome y apoyándome su miembro caliente y erecto.
Como siempre, yo me hacía la dormida. Me besó en el cuello y el vaho de su olor penetró más en mí. Me acarició las nalgas, y metió su mano entre mis piernas buscando el hueco de mi sexo. Delicadamente metió el dedo como para saber y darse cuenta donde estaba lo que siempre estuvo en su lugar. Luego puso su miembro erecto en mi vagina. Uno, dos, tres movimientos, su respiración apestante, y pronto su líquido caliente quedó adentro mío. Se quedó un rato, hasta que su miembro se puso fláxido nuevamente y se quedó dormido.
Me deshice de sus brazos y me levanté para ir al baño a lavarme.
Cuando me volví a acostar pensé: un jueves más, sólo para su disfrute.
17/08/08

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo quiero una semana llena de viernes ;-)

Lucy Martínez dijo...

Tremenda realidad de muchas parejas y de mujeres que viven en la rutina y en esa odiosa conformidad que las hacen transitar en silencio. Una narrativa con fuerza, con libre albedrío en sus expresiones que autentizan el contenido.
Buen trabajo y este gusto enorme por estar en estos tus espacios.
Saludos:
Lucy

Todos los trabajos de este blog están debidamente registrados y protegidos por la Ley Nº 11723

El Río de la Plata y yo

El Río de la Plata y yo