Cuerpo, corazón y alma de fan (un pequeño relato)

Corría el año 1967.
Susana hacía poco que estaba saliendo con su primer novio.
Tener 17 años y estar enamorada era para ella la vida.
“Tulio y los Benjamines” era un grupo musical que había aparecido hacía muy poco tiempo. No eran muy famosos, tocaban en clubes de barrio, pero a las adolescentes Tulio las volvía loca.
Susana se enteró que en esa semana iban a pasar por el club de su barrio y le pidió a Carlos que la llevara el sábado a verlos. Carlos, con un año más que ella, bailaba al son de la música de “Tulio y los Benjamines”, y ese sábado la llevó con gusto a conocerlos.
Cuando Susana vio por primera vez a Tulio cantando sus canciones se enamoró. Pero siempre pensó que los artistas no iban a llegar a ella tan de cerca, y se conformó con el novio que tenía al lado.
Desde esa primera vez que vio a Tulio, Susana lo siguió por todas partes. Cada club que tocaban, ella asistía, con Carlos o sin él. No le importaba nada. Quería ver a su ídolo.
Con el correr del tiempo, Tulio se separó de los Benjamines y comenzó a hacer sus propias canciones. Se presentaba en la televisión, en clubes, en bailes. Donde Tulio cantaba era un éxito seguro. Las mujeres morían por sus canciones, por su forma de contornearse, por su cuerpo, por su cara, por todo lo que podía representar un ídolo para una adolescente.
También con el tiempo, Susana se casó con Carlos y formó una familia. Pero no por eso dejó de seguir a Tulio donde fuera. Tenía todos los recortes de revistas en los que se lo entrevistaba, iba a todos sus recitales, le seguía sus pasos como a un gran amor imposible.
Ella fue la creadora del primer grupo de fans de Tulio. Como creadora de este grupo de fans, tuvo el privilegio de poder conocerlo personalmente, y ese amor, que parecía lejano, se le acercaba más, pero Tulio, se entremezclaba con su éxito y sus canciones y no trataba de llegar más allá con sus fans.
La vida fue corriendo y transcurriendo. Tulio creció como uno de los mejores cantautores de los últimos tiempos. Y Susana, ya con hijos, aún lo seguía a todas partes, junto con el clan de fans que ella misma había creado. Para la fecha de su cumpleaños, todas las fans asistían a la puerta de la casa de Tulio, y cada una le hacía algún regalo, una torta, una bombacha, una bufanda, un corpiño, pañuelos, cartas de amor, poemas, fotos...todo lo que una fan puede regalarle a su ídolo.
Tulio traspasó las fronteras de su país con sus canciones y recorrió el mundo.
Susana se las ingeniaba para seguirlo por todas las partes donde fuera Tulio.
Y así la vida.
Llegó el año 2005. Casi cuarenta años de una gran trayectoria musical, y una vida para Susana, con hijos y algún nieto. De la vida privada de Tulio no se sabía nada, no se sabía si estaba casado, de novio, nada. El preservaba muy bien todo eso. La prensa lo respetaba.
Ese año del 2005 fue el último recital de Tulio. Ovacionado por millones de mujeres y a la cabeza Susana. Tulio había envejecido. Sus 60 años se notaban.
A finales de ese año, dieron la noticia de que Tulio había enfermado con una grave afección al hígado. Los médicos no sabían qué hacer. Se planteaba un transplante. Pero aún todavía no urgía. Fue en diciembre de ese año que dieron la noticia de que Tulio estaba primero en la lista de espera de transplantes hepáticos, que si no recibía un hígado en las próximas semanas, moriría, porque su hígado no funcionaba más.
Ella escuchó la noticia. Corrió al sanatorio donde estaba internado. No le permitieron verlo.
Un mundo de mujeres se acercaban para rezar en la puerta del sanatorio, para dejarle cartas, oraciones, buena onda.
Susana volvió a su casa. Destruida, triste, llorosa....su ídolo estaba muriendo.
En su casa no había nadie y en forma de rezo, puso un disco de Tulio, buscó las fotos que se había sacado con él a lo largo del tiempo y lloró.
A las seis de la tarde llegó Carlos cansado de su trabajo y la vio llorando.
- Sí, me enteré lo de Tulio. No me digas nada, ya lo sé.
Le dijo él.
- Pero bueno, ya está viejo.
Volvió el rostro para decirle.
Ella lo miró con odio.
- Me voy a dar un baño querida, después vengo para charlar.
Ella no lo pensó ni un minuto.
Esperó a que su marido se metiera en la ducha.
Llamó al 911.
Se las arregló para que todo pareciera un accidente y que la cabeza de Carlos pegara contra el borde de la bañera.
Cuando los médicos del 911 se llevaban muerto a Carlos, Susana se aproximó a uno de ellos y les dijo:
- Espero que el hígado de mi marido sirva para el transplante de Tulio.
13/04/08

2 comentarios:

Meli dijo...

Ufffffff, durísimo, Eduardo! Creo que yo no podría estar tantos años sin amar a alguien a su lado y mucho menos del final .... pero .... en fín ... dime .. así en confianza .. en quién te has inspirado??? Jajajajaja. Es broma, Genio. Como siempre ... impresionante.

Besotes.

Conral dijo...

Qué fuerte, EDuardo! Eso es amor y fanatismo, pero ya una no se asombra de nada... Todo es posible.
Buen relato, como todos los que ecribes.
¿Qué tal van las recitaciones?
Un abrazo.
Conchi.

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