Sorpresa (un corto relato del peor regalo)

Ese día estaba muy contento porque después de tanto tiempo podía darle una sorpresa a Laura.
Estaba terminando la definición de algunos temas a seguir en mi trabajo, ahora que pasaba a ser un simple cámara de televisión a ser cámara de una buena película, cuando sonó mi celular. Era Laura. Su voz estaba radiante. Me pidió que llegara más temprano a casa que quería darme una sorpresa. Yo le dije que se me había adelantado, porque yo también tenía una sorpresa para darle. Le dije que con gusto me esperara temprano porque estaba ansioso de verla y de contarle.
Hacía tiempo que no la escuchaba tan bien. Veníamos de un período en el cual la relación se había estancado. Ella siempre estaba mal y deprimida. Me reprochaba que yo nunca iba a dejar de ser un simple camarógrafo de televisión. Ese día iba a darle la gran sorpresa, pues con esa película quizás conseguiría lo que ella siempre quiso: viajar. Se me abrían otras puertas. Si esta película salía bien había un director internacional que estaba detrás de mí. Así tendríamos la posibilidad de ir a filmar al exterior y llevarla conmigo para que conozca el mundo. Era lo que siempre había soñado yo, y era lo que siempre había soñado ella.
Me sentí feliz ante su llamada, sobre todo porque la escuché tan bien. Además tenía una sorpresa para mí. Ni la menor idea de cual podía ser. Pero apresuré todo para poder llegar temprano a casa. Deseaba mucho verla, contarle, que me contara.
Hice volar al auto por la ciudad para llegar hasta mi departamento. Estacioné mi coche en la cochera y me fui corriendo al ascensor. Doce pisos se me hicieron 120 porque no llegaba más. Era mucha la ansiedad que tenía de verla.
Al llegar, abrí la puerta del departamento y la ví. Estaba casi desnuda, con su baby dooll negro transparente dejando ver sus curvas, parada en el balcón. Su pelo ondulante. Me pareció muy sensual. Me vió y me detuvo con un gesto en la mano que me decía que esperara, que no me acercara. A partir de ahí fueron sólo segundos los que me separaron entre la felicidad y la locura.
Yo me detuve en medio de la habitación. Ella me miró fijo sonriente y me dijo: Esto va para vos. No sé lo que esperé en ese segundo, pero sí esperaba acercarme, tocarla, sentir su calor. Después de sus palabras, de un salto, saltó al vacío. Corrí al balcón. Doce pisos nos separaban. Doce pisos que ví como su cuerpo flotaba en el aire y se estrellaba contra el suelo de la acera. Y luego ese manchón de sangre que nunca más se fue de mi cabeza, y esa sorpresa dedicada a mí que me cambió la vida y me mató los sueños.
27/09/07

1 comentario:

Javier dijo...

¿alguna vez te has planteado escribir una novela? yo creo que estas preparado y ¿tu? un abrazo

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El Río de la Plata y yo

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