Instantáneas (pequeñas historias, una vida)

Todos juntos en la casa vieja
La tía Eva estaba aprendiendo fotografía y ese domingo andaba con la cámara por todos lados.
Vio que el viejo gato Jonny y la perra Lucy estaban uno en cada lado de la cama de mis padres. Y nos llamó a todos para tomarnos unas fotos.
Yo, con mis 7 años fui al centro, despacio, para no espantar a los animales. Mamá y papá a un costado, juntando las cabezas por arriba mío. Entre papá y yo pusimos a Valeria, que con sus 5 añitos se acomodó enseguida. Más difícil fue acomodar a Mauro, de tres entre mamá y yo. A los pies de mamá su viejo gato y a los pies de papá Lucy.
A pesar de las peleas entre hermanos, la casa vieja, con las paredes descascaradas y el techo medio roto, éramos muy felices. Estábamos todos juntos.

Guitarreada en la playa
Teníamos 17 años. El “Mono” Navarro, José y “la nutria” Fernández, ese verano habíamos decidido perder nuestra virginidad. Estábamos de vacaciones en Mar del Plata con nuestros padres y nos juntábamos en la playa para jugar al volley, o guitarrear al atardecer. A la noche nos íbamos a buscar chicas.
¡Qué jóvenes y lindos éramos! . El Mono Navarro siempre haciendo de las suyas y esa tarde, mientras cantábamos en la playa, bailaba y hacía bromas para atraer a las chicas.
En ese verano, todos, y como pudimos y con quien pudimos, perdimos nuestra virginidad y volvimos a Buenos Aires felices por la tarea cumplida.

El día del gato
Yo tenía 19 años. Hacía más o menos un par de meses que el viejo gato Jonny de mamá se había muerto de viejo. Siempre fue viejo. Cuando yo era chico, ya era viejo. Mamá estaba muy triste por eso. Ese día había encontrado abandonado un gatito muy lindo, atigrado, y decidí llevárselo a mamá. Recuerdo lo contenta que se puso. La foto la saqué yo. Mamá sentada en la silla con su nuevo gato en brazos, papá mirando de reojo con desconfianza (aunque a él también le gustaba) y Valeria y Mauro haciendo morisquetas atrás de ellos.
¡Cuanta alegría había en ese momento!

Al fin solos
A los 20 conocí a Silvia y me super enamoré de ella. Después de tres años de noviazgo decidimos hacer la gran fiesta y nos casamos. Estaban todos los familiares, todos los amigos, míos y de Silvia. Gran fiesta gran. La pasamos muy bien en la fiesta, pero había llegado el momento de la despedida y nos fuimos al hotel.
La foto la tomó el botones que nos llevaba las maletas mientras yo entraba a Silvia en brazos y la tiraba en la cama.
Comenzaba para nosotros una nueva vida. ¡Al fin solos!

El cumple de 50 años de papá.
Papá cumplía sus 50 años el 21 de Julio. El 20 de Julio, tuve que salir corriendo con Silvia a la noche tarde, porque estaba a punto de parir. Papá preparaba para el 21 a la noche su gran fiesta de cumpleaños. A la una de la madrugada nació Ramiro. Le avisamos a nuestros padres. Papá no pudo ver al bebé y yo no sabía si podía ir a la fiesta de papá. Pero a la noche, los médicos me dieron permiso de llevar un rato a Ramiro a que lo conociera papá.
Se emocionó tanto cuando me vio llegar con Ramiro, y cuando se lo puse en brazos le saltaban las lágrimas. La foto era papá y su primer nieto que había nacido el mismo día que él. ¡Cuánto regalo de felicidad!

El día del padre.
Ese domingo me vinieron a despertar Silvia, con el desayuno en la cama, Ramiro, que ya tenía 8 años, con una caja grande, y Marcelita, de 4 años, con otro regalito en la mano. La foto la sacó la hermana de Silvia. Yo, recién despierto, con la bandeja del desayuno, Silvia besándome y los chicos en la cama con sus regalos sonriendo.
¡Estábamos de vuelta todos juntos! Pero ya era mi propia historia.

Día de la madre.
Decidimos festejar el día de la madre a mamá en la casa de Valeria. Estaba viejita, y papá ya no estaba. Fue el último día de la madre que pasó con nosotros. Eramos tantos. Estaba Valeria con su marido y sus hijos. Mauro con su esposa y sus hijos. Silvia, yo y mis hijos.
Ramiro con su esposa y su bebé. Muchas novias y novios de mis sobrinos. Toda la familia unida. Mamá lloraba de la emoción de vernos a todos juntos y unidos. Alboroto, asado, ensaladas, vino, alegría.
¡Cuanta dicha!

Mi cumple de 65
Silvia quiso hacerme una fiesta sorpresa cuando cumplí 65 años y juntó a toda la familia y a todos los amigos. No faltaba nadie, salvo aquellos que ya habían partido. El “mono” Navarro, José (mis amigos de la infancia), “la nutria” Fernández ya se había ido. Papá y mamá también. Estaban mis compañeros de trabajo, mis hermanos con todos sus hijos y sus nietos, mis hijos, mis nietos.
¡Qué grande y cuanta alegría hubo ese día en esa fiesta!
En la foto entramos todos, yo en el centro rodeado de todos los seres que amaba.

La foto que no pude ver
Infaltable el “Mono” Navarro, queriendo dar alegría. Lo ví desde mi cama de hospital, como ví a todos los que amaba que fueron pasando para saludarme y besarme y acariciarme. ¡Cuánto amor sentía! Aunque ya no podía decir nada porque estaba todo entubado, estaban todos. Mi compañera Silvia, mi amada Silvia. Y habían tantos que ya no recordaba casi ni sus nombres, imposible acordarme de los nombres de los hijos de mis sobrinos, y de todos. Pero todos pasaron a besarme y a quererme. Sentía su afecto. Señal de que lo que había hecho en la vida, lo había hecho bien. Por eso me llevo esa instantánea pegada en mi retina, y cuando cierre los ojos, seguirán estando ahí grabados en mí, como supongo que yo en ellos cuando yo ya me haya ido.
20/05/07

6 comentarios:

Conral dijo...

Muy bueno, Eduardo. Lo que más me gustó es que en todas las instantáneas se captó la felicidad, hasta en el momento de la muerte. Me alegro, así debería ser siempre.
Un abrazo.

Meli dijo...

Toda una vida relatadita. Gracias por hacernos la existencia más agradable con tus palabras. Besotes.

Melba Reyes A. dijo...

Muy bonitas historias. Un abrazo. Melba

DePaco dijo...

Buena la historia, Eduardo.

picaro dijo...

Turulecoooooooooooooooo, te mandé mi correo para que me explicaras como se hace lo del contador de visitas en el blog. Por si no te llegó te lo vuelvo a mandar piacro@hotmail.com

Saludos.

Melba Reyes A. dijo...

Gracias por tus comentarios en mi blog. Un apretujón para la consentida Babalú. Un abrazo. Melba

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El Río de la Plata y yo

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