Solitario (una historia de abandonos)

Siempre consideré que la vida debía vivirla y aprovechar todo lo que pudiera de los distintos momentos, buscando momentos nuevos y situaciones nuevas para aprovechar.
A los 18 años, cuando cumplí mi mayoría de edad, le pedí dinero a mi padre y sin decirle nada compré un pasaje para un lugar del mundo y partir. Y así dejé a mis padres y mis hermanos menores, sin avisarles donde iba ni a qué, pues ni yo lo sabía.
Tuve siempre la facilidad de hacerme querer muy fácilmente, y de hacer amigos, amantes, novias, y todas esas cosas que a uno hacen por momentos feliz.
Esa fue una constante en mi vida., arraigándome a nuevos lugares y partiendo nuevamente olvidando lo vivido. De esa forma sobrevivía, aprendía cosas y obtenía nuevas experiencias. Pero siempre, y sin decir nada a nadie, un día, el menos esperado, volvía a partir, eligiendo algún lugar lejano para comenzar de nuevo.
Mi historia de abandonos es larga y siempre sabía que dejaba afectos a mis espaldas, que si algún día volvía, los podría volver a conseguir.
Así fue pasando el tiempo y me puse mayor. Ya casi con 60 años, y después de haber abandonado mujeres, hijos, amigos, gente que quería dejarme sus negocios, amigas, y vidas a medio construir, necesitaba afecto y decidí volver a esos lugares que en su momento había abandonado y donde alguna vez me habían amado.
Lamentablemente no encontré lo esperado en ninguna de mi vida inconclusa. Sólo reproches, odios y sinsabores. Por lo cual decidí volver a mi lugar de origen.
Mi padre ya había muerto, pero encontré a mi madre y mis hermanos que me recibieron con el amor real que necesitaba...
28/03/07

2 comentarios:

Meli dijo...

Solemos frivolizar bastante con la palabra amistad. Los Amigos, sí con mayúsculas, no reprochan, no abandonan y no odian. Sí lo pueden hacer los conocidos y "amistades". Por eso, es bueno saber escoger. Una madre, como el mejor de los Amigos, estará ahí siempre, por siempre y para siempre. Besotes.

Anónimo dijo...

Conocidos muchos,amigos pocos.
Un beso Eduardo.
Lucero

Todos los trabajos de este blog están debidamente registrados y protegidos por la Ley Nº 11723

El Río de la Plata y yo

El Río de la Plata y yo